El especialista argentino en derecho internacional Marcelo Kohen consideró que es "un escándalo que el Reino Unido invoque la libre determinación" de los isleños, y aseguró que “el objetivo es ocultar que quien dispone de la fuerza impone una situación contraria a derecho”.
Kohen sostuvo que “por eso pretenden ponerse en condición de víctimas e insisten en que un país de 40 millones molesta a 3 mil isleños", y recordó que el “Reino Unido expulsó a un número similar de pobladores en Diego García para permitir que Estados Unidos instale allí una base militar".
En cuanto a la militarización denunciada por el gobierno argentino, Kohen ponderó esta actitud y recordó que "las Naciones Unidas condenan la instalación de bases militares en territorio colonial".
También consideró que las maniobras en las que participa el príncipe William "ponen a la luz que las islas son utilizadas por la potencia colonial con fines militares que nada tienen que ver con la actividad normal”.
Quien fuera el abogado de Argentina ante la Corte Internacional de La Haya en el tema de las pasteras -es el único jurista argentino que litiga ante ese tribunal- sostuvo que la posición del país "es sólida porque se basa en argumentos jurídicos. No es una cuestión de mera proximidad geográfica".
"Las islas eran españolas al momento de la independencia y a raíz de una regla universalmente aceptada como lo es la de la sucesión de Estados, lo que era territorio español dependiente de Buenos Aires se transformó en territorio argentino", reseñó desde Ginebra, Suiza.
Kohen indicó que "el gobierno argentino tomó posesión de las islas en 1820 y el Reino Unido de Gran Bretaña no protestó, aunque tuvo conocimiento directo del hecho, reconoció a la Argentina y celebró un tratado de amistad con el país en 1825 y tampoco protestó, a pesar de que ya había actos posesorios argentinos”.
"Durante 50 años los británicos se olvidaron totalmente de Malvinas. Fue en el momento en que el establecimiento argentino en las islas se consolidó en 1829 y que se crea la comandancia argentina", afirmó este profesor de Derecho internacional del Instituto de Altos Estudios internacionales y del Desarrollo de Ginebra, "en que algunos círculos en Londres señalaron la importancia estratégica de contar con una presencia en esta parte del mundo”.
"El hecho de fuerza fue ilícito en 1833 y lo es hoy. Hay gente que cree que como en ese momento la fuerza estaba permitida, la usurpación está validada", afirmó Kohen, quien recuerda que incluso para ocupar un territorio por la fuerza, "la conquista requería de ciertas condiciones, y en ese momento no solo no había guerra entre las dos naciones, sino un Tratado de Amistad".
Este abogado, graduado en la Universidad Nacional de Rosario, rememora que "nunca hubo un tratado o un acto unilateral que reconociera una transferencia de soberanía de la Argentina al Reino Unido. Siempre Argentina protestó y no consintió el despojo; muchas veces se cree que estamos reivindicando algo que `a lo mejor´ fue nuestro y hoy ya no lo es, pero los argumentos son sólidos y la prueba de eso es que desde un inicio el Gobierno británico se negó a entrar en discusiones frente a las protestas argentinas, una típica posición de fuerza británica".
Kohen diferenció de este modo -durante una entrevista telefónica en la que respondió a Télam desde su oficina- el caso Malvinas de otros, como por ejemplo el de California: “México transfirió esos territorios mediante tratado”.
Luego el jurista se refirió a la apelación británica al principio de la libre determinación de los pueblos: “hasta 1965, en que se produjo la primera resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas por Malvinas, la posición británica siempre había sido que el principio no tenía carácter jurídico. Se `acordaron´ del principio cuando tenían que justificar su posición en Gibraltar o en Malvinas”.
Kohen consideró que “un elemento fundamental por el cual la libre determinación no es aplicable es no sólo que los británicos desalojaron a las autoridades argentinas en 1833 e impidieron el regreso de los argentinos que tenían intereses en las islas y estaban en Buenos Aires en el momento del despojo, sino que desde entonces controlan la política migratoria, y modelan el cuerpo electoral de las islas a su antojo".
Por esto consideró que es “un escándalo que el Reino Unido invoque la libre determinación” y peor aún que lo utilice como excusa para no buscar una solución pacífica a la disputa de soberanía. Recordó que en una situación similar “negoció con China por Hong Kong y no se le preguntó nada a la población de Hong Kong”.
"La excusa de la libre determinación no se justifica en absoluto, primero porque la ONU nunca reconoció que fuera aplicable a Malvinas, y segundo porque el Reino Unido tiene derecho a pensar que es aplicable, pero la Argentina tiene todo el derecho de no pensar igual", afirmó.
El jurista afirmó que "el Reino Unido se arroga la capacidad de decidir en una controversia internacional qué es válido para las dos partes. Es una posición típica de fuerza, ante la otra parte que tiene el derecho pero no los medios para modificar la situación, que es el gran problema del derecho internacional y las relaciones internacionales".
Otro elemento citado por Kohen del discurso británico “es decir `no negociaremos hasta tanto los isleños nos pidan que negociemos´. Hay una violación flagrante del Reino Unido de la obligación de resolver las disputas internacionales mediante la utilización de los medios pacíficos existentes, el primero de ellos la negociación. Es evidente que la obligación de resolver una controversia internacional entre dos países no puede subordinarse a la voluntad de un grupo de ciudadanos de uno de ellos”.
En cuanto a la militarización denunciada por el gobierno argentino, Kohen ponderó esta actitud y recordó que "las Naciones Unidas condenan la instalación de bases militares en territorio colonial".
También consideró que las maniobras en las que participa el príncipe William "ponen a la luz que las islas son utilizadas por la potencia colonial con fines militares que nada tienen que ver con la actividad normal”.
Quien fuera el abogado de Argentina ante la Corte Internacional de La Haya en el tema de las pasteras -es el único jurista argentino que litiga ante ese tribunal- sostuvo que la posición del país "es sólida porque se basa en argumentos jurídicos. No es una cuestión de mera proximidad geográfica".
"Las islas eran españolas al momento de la independencia y a raíz de una regla universalmente aceptada como lo es la de la sucesión de Estados, lo que era territorio español dependiente de Buenos Aires se transformó en territorio argentino", reseñó desde Ginebra, Suiza.
Kohen indicó que "el gobierno argentino tomó posesión de las islas en 1820 y el Reino Unido de Gran Bretaña no protestó, aunque tuvo conocimiento directo del hecho, reconoció a la Argentina y celebró un tratado de amistad con el país en 1825 y tampoco protestó, a pesar de que ya había actos posesorios argentinos”.
"Durante 50 años los británicos se olvidaron totalmente de Malvinas. Fue en el momento en que el establecimiento argentino en las islas se consolidó en 1829 y que se crea la comandancia argentina", afirmó este profesor de Derecho internacional del Instituto de Altos Estudios internacionales y del Desarrollo de Ginebra, "en que algunos círculos en Londres señalaron la importancia estratégica de contar con una presencia en esta parte del mundo”.
"El hecho de fuerza fue ilícito en 1833 y lo es hoy. Hay gente que cree que como en ese momento la fuerza estaba permitida, la usurpación está validada", afirmó Kohen, quien recuerda que incluso para ocupar un territorio por la fuerza, "la conquista requería de ciertas condiciones, y en ese momento no solo no había guerra entre las dos naciones, sino un Tratado de Amistad".
Este abogado, graduado en la Universidad Nacional de Rosario, rememora que "nunca hubo un tratado o un acto unilateral que reconociera una transferencia de soberanía de la Argentina al Reino Unido. Siempre Argentina protestó y no consintió el despojo; muchas veces se cree que estamos reivindicando algo que `a lo mejor´ fue nuestro y hoy ya no lo es, pero los argumentos son sólidos y la prueba de eso es que desde un inicio el Gobierno británico se negó a entrar en discusiones frente a las protestas argentinas, una típica posición de fuerza británica".
Kohen diferenció de este modo -durante una entrevista telefónica en la que respondió a Télam desde su oficina- el caso Malvinas de otros, como por ejemplo el de California: “México transfirió esos territorios mediante tratado”.
Luego el jurista se refirió a la apelación británica al principio de la libre determinación de los pueblos: “hasta 1965, en que se produjo la primera resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas por Malvinas, la posición británica siempre había sido que el principio no tenía carácter jurídico. Se `acordaron´ del principio cuando tenían que justificar su posición en Gibraltar o en Malvinas”.
Kohen consideró que “un elemento fundamental por el cual la libre determinación no es aplicable es no sólo que los británicos desalojaron a las autoridades argentinas en 1833 e impidieron el regreso de los argentinos que tenían intereses en las islas y estaban en Buenos Aires en el momento del despojo, sino que desde entonces controlan la política migratoria, y modelan el cuerpo electoral de las islas a su antojo".
Por esto consideró que es “un escándalo que el Reino Unido invoque la libre determinación” y peor aún que lo utilice como excusa para no buscar una solución pacífica a la disputa de soberanía. Recordó que en una situación similar “negoció con China por Hong Kong y no se le preguntó nada a la población de Hong Kong”.
"La excusa de la libre determinación no se justifica en absoluto, primero porque la ONU nunca reconoció que fuera aplicable a Malvinas, y segundo porque el Reino Unido tiene derecho a pensar que es aplicable, pero la Argentina tiene todo el derecho de no pensar igual", afirmó.
El jurista afirmó que "el Reino Unido se arroga la capacidad de decidir en una controversia internacional qué es válido para las dos partes. Es una posición típica de fuerza, ante la otra parte que tiene el derecho pero no los medios para modificar la situación, que es el gran problema del derecho internacional y las relaciones internacionales".
Otro elemento citado por Kohen del discurso británico “es decir `no negociaremos hasta tanto los isleños nos pidan que negociemos´. Hay una violación flagrante del Reino Unido de la obligación de resolver las disputas internacionales mediante la utilización de los medios pacíficos existentes, el primero de ellos la negociación. Es evidente que la obligación de resolver una controversia internacional entre dos países no puede subordinarse a la voluntad de un grupo de ciudadanos de uno de ellos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario