No es leyenda, suma para la leyenda: la garra Uruguaya es una marca registrada que no se apoya en la magia del marketing, sino que lo alimenta con resultados históricos. Y Argentina puede dar fe de ello porque, como en 1987, volvió a quedarse afuera de una Copa América en condición de local ante los charrúas.
Suena a castigo y quizás hasta lo sea: Argentina jugó un buen partido y pudo ganar, pero se quedó afuera luego de un penal fallado por el jugador (Tevez) al que Sergio Batista nunca quiso convocar. Suena duro, pero peor golpea la realidad.
En Santa Fe se jugó un clásico rioplatense que quedará en el recuerdo, por la intensidad y el nivel de emoción que llegó a su pico en la definición por penales. Antes se jugaron 120 minutos que terminaron 1-1 con goles de Diego Pérez y de Gonzalo Higuaín, y en los que además hubo dos tantos (bien) anulados y se produjeron las (justas) expulsiones de los dos volantes centrales de ambos equipos: Mascherano y el autor del gol uruguayo.
El partido arancó mal para Argentina, porque a los cinco minutos una jugada con pelota parada fue bajada por Cáceres y cayó en los pies de Diego Pérez, que convirtió sin marca. Un deja vu del principio del fin en el Mundial 2010, cuando Alemania golpeó de movida en una distracción albiceleste. Y una muestra de una de las claves de un partido que se encarriló para Argentina a los 17, cuando Higuaín (bien nueve de área) cabeceó a la perfección un gran centro de Messi y puso el 1-1.
Con la igualdad, cada equipo mostró sus mejores cartas. Argentina, con Messi recostado sobre la derecha, encontró un callejón que se convirtió en un problema sin solución para la retaguardia uruguaya: “la Pulga” le ganó la espalda a los mediocampistas y gambeteó con una facilidad pasmosa a los defensores que salieron a cortarlo. Y esto se dio a lo largo de casi todo el partido.
La máxima virtud de Uruguay, además del orden táctico y la descollante actuación de Muslera, fue a la vez el peor pecado "albiceleste": las jugadas a balón detenido que llovieron en el área aterrorizaron Batista y sus muchachos, que de entrada lo pagaron caro con el gol de Cáceres y pudieron quedarse con los bolsillos vacíos antes de los penales; si Lugano ajustaba la puntería para cabecear....
Con el paso de los minutos, la estructura de equipo y el oficio uruguayo disimularon el cansancio y le metieron el miedo en el cuerpo a un equipo argentino con más luces, pero con menos equilibrio emocional. La mejor prueba de ello fue el gesto final del "Checho" Batista cuando sonó el pitazo final del tiempo suplementario: se lamentó con un gesto elocuente que fue un preanuncio de lo que vendría.
La definición por penales le hizo un guiño a "La Celeste" y le pegó otro cachetazo a la Selección argentina, que volvió a quedarse afuera en una instancia decisiva de un torneo importante como le sucedió en el Mundial de Alemania 2006.
Las figuras del partido fueron el arquero Muslera y Lionel Messi. Pero el guardavalla saca una luz de ventaja porque, además de atajar bárbaro durante los 120 minutos de juego, fue decisivo en la definición por penales.
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