sábado, 30 de junio de 2012
Internacionales: Mohamed Mursi juró como primer presidente democrático de Egipto
Tras el clamor de multitudes que recibió ayer en la plaza Tahrir, el islamista Mohamed Mursi, juró hoy como primer presidente democrático de Egipto, dos semanas después de que la Junta Militar limitara las atribuciones del cargo.
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Mursi, un ingeniero de 60 años doctorado en Ciencia Espacial en Estados Unidos, asumió su cargo con la promesa de dirigir "un nuevo estado civil, constitucional y moderno. El nacimiento de una nación fuerte con su pueblo, creencias, historia e instituciones", proclamó en la sede del tribunal.
"Respeto, lo quiero decir claramente; respeto a las autoridades legislativas y ejecutivas, y me aseguraré de que estén separadas. Saludo al Tribunal Constitucional, la institución que garantizo que seguirá siendo independiente y fuerte. Respetaré a los tribunales y defenderé sus libertades", afirmó Mursi en su discurso tras tomar posesión, informó Europa Press.
"Hoy Egipto inició el camino para una vida real con libertad y democracia real", afirmó antes de garantizar "la independencia judicial en un país libre".
"Respetaré los sistemas judicial y legislativo, y trabajaré para proteger su independencia", reiteró el nuevo presidente de la república.
Al igual que los Hermanos Musulmanes, Mursi mantuvo hasta ahora un férreo rechazo a la disolución del Parlamento decretada por el Tribunal Constitucional a mediados de junio, que obligará a celebrar nuevos comicios legislativos.
En la ceremonia, retransmitida en directo por la televisión estatal, uno de los jueces celebró "el nacimiento de la segunda república" y calificó la cita como "un momento histórico y sin precedentes".
Ayer Mursi lanzó un juramento simbólico desde una tribuna de la plaza Tahrir, el corazón de las revueltas que forzaron la salida de su predecesor Hosni Mubarak.
"Juro por Alá, que es grande, preservar el sistema republicano, respetar la Constitución y la ley, proteger los intereses del pueblo y salvaguardar la independencia de la nación y la integridad de su territorio", exclamó.
Tras su toma de posesión, el primer presidente civil de la República Arabe de Egipto desarrollará distintos eventos, finalizando la jornada con una ceremonia organizada por la Junta Militar que incluirá un desfile de las Fuerzas Armadas egipcias.
"No temo a mi pueblo. Sólo tengo miedo de Alá", confesó ayer en tono desafiante mientras se abría la chaqueta para demostrar al multitudinario auditorio de Tahrir que efectivamente no había chaleco antibalas.
"He llegado aquí porque ustedes son la fuente del poder y la legitimidad, porque nadie está por encima de ustedes", agregó.
Más allá de la retórica, el primer presidente islamista de un estado árabe afronta retos inmensos con un margen de actuación muy acotado. La declaración constitucional complementaria dejó en manos de los uniformados los poderes legislativo y presupuestario además de blindar su autonomía y salvaguardar su influencia en la redacción de la próxima Constitución.
En cambio, Mursi sólo tendrá potestad para vetar las leyes elaboradas por la autoridad castrense y nombrar al primer ministro y su Gobierno.
Una de sus principales tareas será lidiar con la Junta Militar liderada por el mariscal de campo, Husein Tantawi, que sirvió a Mubarak como ministro de Defensa durante dos décadas y lo seguirá haciendo bajo la presidencia de Mursi.
Mursi también tendrá que mostrar con los hechos si tomó distancia de la Hermandad Musulmana, la organización islamista que lo llevó a vencer al ex militar y ex premier de Mubarak, Ahmed Shafik.
Mursi prometió centrarse en sus primeros cien días de gobierno en cinco ejes que necesitarán de la voluntad de los funcionarios: la limpieza, la seguridad, el tráfico, el pan y el combustible.
Un ambicioso objetivo en un país donde la basura se amontona en las calles; los policías ya no infunden respeto; el asfalto es una jungla de conductores temerarios y embotellamientos; el pan es un preciado alimento subvencionado, y el gas -también mantenido por las arcas estatales- escasea periódicamente provocando nerviosismo en la sociedad.
Hoy Egipto muestra las heridas de una economía devastada por 16 meses de transición democrática en la que se registró un drástico descenso de las reservas de divisa extranjera, un aumento del déficit presupuestario y la parálisis del sector turístico.
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