sábado, 30 de junio de 2012

Internacionales: Mursi jura simbólicamente como presidente en la Plaza Tahrir

El islamista Mohamed Mursi será investido este sábado como presidente de Egipto, luego de jurar el cargo simbólicamente ante decenas de miles de seguidores en la plaza Tahrir de El Cairo, escenario de la caída del régimen de Hosni Mubarak, el año pasado.
"Juro por Dios, que es grande, preservar con lealtad el sistema republicano, respetar la Constitución y la ley, tener en consideración los intereses del pueblo de manera total y preservar la independencia de la patria, su integridad y su territorio", dijo Mursi desde un estrado en la emblmática plaza cairota.
"He llegado aquí porque vosotros sois la fuente del poder, porque nadie está por encima de vosotros, ninguna institución, ningún ente", aseguró el primer presidente civil y libremente electo en la historia de Egipto durante su discurso de media hora, interrumpido por una multitud que coreaba "Allahu akbar" (Dios es grande).
"Le hablo al pueblo de Egipto, a los musulmanes, a los coptos, a los ciudadanos de dentro y fuera de Egipto. Esta es la plaza de los revolucionarios y de los mártires que nosotros recordamos ahora", agregó Mursi, que luego de ser proclamado vencedor en los comicios renunció a su militancia en los Hermanos Musulmanes.
"Aseguraré los derechos y protegeré los de todos los que me eligieron pero también los de quienes no lo hicieron. No habrá discriminación alguna ni diferencia", aseguró el mandatario electo, citado por la agencia de noticias DPA. Mursi prestará juramento como presidente en una ceremonia oficial de su investidura ante el Tribunal Constitucional, después de que lograra el triunfo, con casi un 52% de los votos, en la segunda vuelta de las presidenciales, que se celebró el 16 y 17 de junio y en las que venció apretadamente a Ahmed Shafik, el último primer ministro del gobierno de Mubarak. El islamista aseguró que "la revolución todavía continúa" en Egipto y prometió trabajar para liberar a los presos que tienen pendientes causas ante tribunales militares. El mandatario electo lanzó además una advertencia a la Junta Militar que gobierna el país norafricano desde el derrocamiento de Mubarak en febrero de 2011: "Que me escuche el Ejército, la policía, el Gobierno y los ministros, no hay poder sobre esta autoridad (del pueblo) -destacó Mursi-. Por ella, llegué yo aquí donde está el pueblo y no temo a nadie más a que a Dios". Asimiso, realizó declaraciones que parecieron apuntar a pretensiones de la Junta, tendientes a limitar el rol del jefe de Estado, como la de asignar el cargo de comandante de las Fuerzas Armadas al jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), mariscal Mohamed Hussein Tantawi.
"No renunciaré a prerrogativa alguna de presidente de la república", afirmó Mursi. Por último, se refirió al clérigo musulmás Omar Abdul Rahman, quien está sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos bajo la acusación de estar detrás de los primeros atentados a las Torres Gemelas de Nueva York, en 1993, y prometió Mursi promover su liberación. "Desde mañana haré todos los esfuerzos posibles para la liberación de detenidos políticos", como el jeque Abdul Rahman y los civiles derivados a cortes militares egipcias tras la revuelta popular que forzó la salida de Mubarak. El sucesor de quien gobernó Egipto por más de 30 años es el primer presidente elegido libremente en Egipto. Además, el ingeniero de 60 años es el primer civil que llega a la presidencia en la historia de Egipto y también el primer islamista. Militante de los Hermanos Musulmanes, agrupación proscripta durante gran parte de sus 80 años de existencia, Mursi tiene el desafío de cumplir con las expectativas de un país con grandes divisiones políticas y una débil economía, afectada aun más por disturbios registrados desde que estalló la revuelta contra Mubarak hace un año.
También deberá enfrentar los arraigados intereses de la Junta que desde hace 16 meses preside la transición a la democracia, que poco antes de la histórica elección presidencial disolvió el Parlamento, dominado por los islamistas, y se atribuyó nuevos poderes que limitan las atribuciones del nuevo presidente. Según la Junta, que prometió transferir el poder a un líder electo el 1 de julio próximo, estas medidas buscan llenar un vacío de poder y asegurar que ninguna persona monopolice la toma de decisiones hasta que no se redacte una nueva Constitución. La lucha de poder entre los militares, que quieren mantener sus privilegios, pero también evitar una islamización del país, quedó reflejada en el tira y afloja por el lugar en que Mursi será ungido como presidente.
Los Hermanos Musulmanes no aceptaron la disolución del Parlamento y pidieron que la ceremonia de investidura de Mursi se realice en el edificio del Parlamento que fue cerrado por los militares, pero los generales insistieron en que jure ante el Tribunal Constitucional. Si bien los Hermanos Musulmanes y el propio Mursi finalmente cedieron, por lo que el presidente electo jurará el cargo ante los jueces constitucionales, los militares no pudieron evitar que el ilamista jurara hoy simbólicamente ante miles de seguidores. Uno de los momentos más emotivos del discurso del presidente electo, fue cuando bajó del estrado y se acercó a la multitud, abriéndose con las manos la chaqueta del traje: "No llevo chaleco anti-balas. Tengo fe en Dios y en vosotros", asegiuró y la multitud estalló en la Tahrir. Antes del histórico discurso, Mursi participó en el mediodía en la tradicional celebración religiosa de los viernes en Al Azhar.

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